Los lugareños abrevian de este modo el nombre de Florianópolis, lugar donde nos encontramos en este momento.
El miércoles por la noche conseguimos llegar al punto fijado, la sede de Jureré del Iate Clube de Santa Catarina, en el noroeste de la isla. Las últimas millas fueron una delicia, navegando poderosamente a un descuartelar, con viento de sobra de una dirección adecuada y una ola más que aceptable (comparado con lo que estamos acostumbrados últimamente). La aproximación no fue excesivamente complicada, es amplia y con descenso gradual de profundidad, aunque precisamos apoyo del personal del club para detectar la zona de boyas, puesto que en medio de la noche no veíamos nada (eran aproximadamente las 00:30 hora local). Incluso pudimos darnos una ducha en tierra firme, todo un lujo que nos ayudo a dormir con sensación de cambio de ritmo. El barco no se movió un ápice durante la noche, tal es la tranquilidad de la bahía, casi me resultó extraño, aunque no me impidió dormir a pierna suelta.