Soy tan viejo como el tiempo, estoy aquí desde que el mundo es mundo, ya soplaba con fuerza antes de que despuntaran las montañas, se formaran los océanos o surgiera cualquier tipo de vida -exclamó el viento-
Mi fuerza es infinita, sólo comparable a la que se oculta bajo la tierra, pero esa está muy lejos y es perezosa, pocas veces despierta de su letargo. Sin embargo yo soy omnipresente, desde el nivel del mar hasta los picos más altos, desde el centro de los océanos hasta el interior de los continentes, cada día desato mi furia en alguna parte del planeta, esa es mi naturaleza, y a decir verdad, a mi edad tampoco me viene mal hacer un poco de ejercicio de vez en cuando -siguió con su razonamiento-