No hace mucho, apenas 3 millones de años, una explosión volcánica hizo emerger del agua una nueva isla 400 millas al Este de Madagascar. Sucesivas erupciones la fueron haciendo crecer en elevación y superficie, llegando a superar los 3.070 metros de altura en Le Piton des Neiges, la cumbre más alta de archipiélago de las Mascareñas y de todo el Océano índico. Pasó el tiempo y otro coloso brotó del interior de la tierra, un nuevo volcán, Le Piton de la Fournaise, que con medio millón de años de antigüedad trató de disputarle la hegemonía a su hermano precedente. No lo consiguió por poco, se quedó en los 2.632 metros de altura, pero todavía no ha dicho su última palabra, ya que a diferencia del primero sigue activo, de hecho está considerado uno de los más activos del mundo, en los últimos 10 años lo ha demostrado más de media docena de veces, habiéndose registrado una cifra superior a las 300 erupciones en sus menos de 500 años de historia escrita, es el artífice de que la isla siga creciendo hoy en día.
Tras el enfriamiento y la erosión llegaron sus primeros habitantes: vegetación, aves, anfibios, insectos, pequeños mamíferos, etc. Como la isla jamás estuvo unida al continente africano nunca llegaron los grandes herbívoros o sus depredadores que allí proliferaban. Con el tiempo se convirtió en un vergel de exuberante naturaleza, plagada de ríos, bosques, tortugas gigantes, grandes aves que no volaban, etc.
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