Día 816 (8/2/2012): El factor humano.

Está claro que, cuando hablamos de navegación oceánica, el factor humano es fundamental, creo que es una de las circunstancias en las que se pone a prueba la templanza del carácter de cada uno.

Por un lado está la adaptación al entorno. Para la inmensa mayoría de la gente el mar es un medio diferente, agradable de ver, incluso divertido para adentrarse en él durante un periodo corto de tiempo, pero otra cosa es estar días y días sin ver a tu alrededor más que agua y cielo, a merced de los elementos. La sensación de inmensidad, el enorme espacio que te rodea, al que no estamos acostumbrados, puede producir dos efectos, la sensación de agobio, de estar atrapado, o la de la libertad más absoluta. Saber que en ciertos momentos, pase lo que pase, tardarías más de una semana en llegar a cualquier lugar, y es posible que mucho más para que sea mínimamente civilizado, te hace tener claro que tus cartas están echadas y tu destino no está al 100% en tus manos. Otro tema importante es el contraste entre la nada (o el todo, según se mire) que te rodea y el pequeño recinto en el que vives, que también puede crear sensación de opresión, por no hablar de las comodidades (más bien la ausencia de ellas). La monotonía es otro aspecto, una persona puede ver siempre el mismo paisaje a su alrededor y otra que cada ola, cada nube, cada amanecer o puesta de sol, son diferentes. La sensación de soledad también puede crear angustia, bien sea la soledad del grupo, a miles de kilómetros de personas o servicios que podemos pensar que nos dan seguridad, o la soledad individual, ya que la mayor parte del tiempo lo pasas solo, tantas horas aislado y lejos de tu entorno de confortabilidad emocional te enfrentan a ti mismo, a lo bueno y lo malo que llevas dentro, a tus demonios y pensamientos más profundos, a el amor que llevas dentro, tus ilusiones y tus deseos, en definitiva a tu esencia, y no todo el mundo está bien consigo mismo.

Para algunas personas todo esto puede constituir, por si mismo, una barrera infranqueable a la que nunca se quisieran enfrentar. Tal vez no sea la más complicada, fuerza psicológica, hábito y placer por la navegación, transforman el prisma desde el que se ven las cosas, quedándote con lo positivo y desdeñando lo negativo. Pero nada es puro, siempre existe el riesgo de que alguno de estos factores te afecte y genere sensaciones, que por sí solas no son graves (depende del autocontrol de cada uno), pero que pueden explotar cuando se les suman problemas adicionales que prenden la chispa.

Por otro lado, las condiciones de la navegación, por muy adaptado y a gusto que estés en el entorno, pueden llegar a minar la moral de las tripulaciones más curtidas. En contra de lo que puede parecer, las situaciones de riesgo suelen ser las más fáciles de afrontar (siempre y cuando no entres en pánico, porque el miedo es una reacción natural de autodefensa), temporales, olas montañosas o momentos de tensión extrema no dan mucha opción a la reflexión, son adrenalina pura, en esas circunstancia se actúa, cuando puedes pensar en ellas y sus consecuencias en general ya han pasado. Creo que son más duras situaciones prolongadas de incertidumbre, sufrimiento físico o cansancio, hay que controlar muy bien la mente para no caer en la desesperación, a veces la calma puede ser peor que la tempestad.

La atención sobre tu situación anímica y la del resto es fundamental, la cabeza debe estar en su sitio para ver con claridad las decisiones importantes y no cometer errores que pueden tener consecuencias graves para barco o tripulación en un medio que no perdona, en el que vivir o morir puede depender de pequeños detalles, en el que un rescate puede tardar días en llegar.

No quiero ni imaginar la importancia del factor psicológico en expediciones como la del viaje inicial de Colón o la primera vuelta al mundo de Magallanes, en las que además del entorno y la navegación se enfrentaban a lo desconocido con medios absolutamente precarios. Admiro a esos grandes primeros navegantes, puesto que su hazaña no es solo la valentía que tuvieron para salir, o lo que descubrieron al llegar, también como fueron capaces de soportar el durante.

En nuestro caso llevamos 12 días de navegación, creo que la adaptación al medio es excelente y la moral buena, pero cierto es que estos días de extrema tensión en las guardias, en las que no podíamos relajarnos ni un segundo, y la incertidumbre acerca de las condiciones de viento a medida que nos acercamos a la Isla de Pascua, en algo nos ha afectado, lo noto. Hay que templar el carácter para soportar el cansancio físico, el desgaste de estar permanentemente alerta y la continua frustración por ver que, hagas lo que hagas, en cada golpe de mar las velas se pliegan.

Durante esta jornada la tónica ha sido las escasas apariciones del soplido de Eolo, únicamente cuando se acercan los chubascos su fuerza se incrementa, en ese momento sacamos toda la artillería y aprovechamos hasta sus últimos suspiros, cuando calma no hay otro remedio que arrancar motor para no quedarnos a la deriva en medio del océano. Es como jugar al «corre que te pillo», pero con muchos y prolongados descansos, cuando vemos que se acerca el chubasco lo esperamos con velas arriba, al acercarse nos envía vientos de 18 a 25 nudos y avanzamos a toda velocidad, incluso tenemos que abrir velas porque la presión es excesiva, una vez pasan volvemos a la situación de 8 o menos nudos casi de popa, con los que poco o nada podemos hacer, no llevamos velas para tan poco viento, no es lo habitual para travesías oceánicas.

En este momento, a las 3:50 horas GMT del día 9 de febrero, nuestra posición es 23º 44′ S, 102º 49′ W, navegamos rumbo 240º (directo a Pascua) a 6,4 nudos de velocidad, impulsados únicamente por motor, al menos eso nos permitirá descansar bien hoy. Nos encontramos a 409 millas de nuestro destino (eso es un paseo) y hemos recorrido ya 1.944 millas desde nuestro origen, 160,5 millas durante la jornada, a una velocidad media de 6,74 nudos, con un pico máximo registrado de 9,3 nudos y una máxima media parcial de 8,58 nudos (durante un chubasco).

Mañana será otro día, sople como sople trataremos de aprovecharlo al máximo para seguir nuestra ruta.

Sed felices.

Kike

7 Responses to “Día 816 (8/2/2012): El factor humano.”

  1. Beni y Salvi dice:

    Enrique, sólo para darte mucho ánimo y que las fuerzas no decaigan, sobre todo la moral siempre bien alta ya que de eso depende el transcurrir de nuestras vidas. Un abrazo muy fuerte para todos.

  2. Daniel dice:

    El destino lo teneis cerca. Animo y espero que el viento sople un poco más y constante en intensidad.Un abrazo para todos.

  3. maria luisa dice:

    Muchisimo ánimo! Ya no os queda nada despues de todo lo recorrido 🙂
    A ver si teneis suerte con las condiciones meteorológicas!!
    Un abrazo desde «sunny( and freezing 😉 ) VLC»

  4. Jose Manuel (primo) dice:

    Primo , ha sido una reflexion muy , pero que muy interesante, asi que mucho animo que ya falta poquito para llegar a vuestro siguiente destino.
    NOTA: llevais solo 12 dias de navegacion y ya te estas quejando… anda que…. ¡si esto no es «na»!!

  5. Anabel dice:

    Lo del viento es imprevisible, pero sois marineros y aventureros al mismo tiempo. No hay nada que se os resista!! Tengo unas ganas de ver la Isla de Pascua!! Haced muchas fotos…y sabed que los que estamos aquí , en la otra parte de la aventura, os tenemos una gran admiración y bastante envidia. Sed felices vosotros también!! Mucho ánimo!!

  6. José y Ana dice:

    Chicos, tened mucho cuidado no chocar con la isla¡¡¡.
    Con tanto pensamiento trascendental en la soledad del Pacífico y entre notas de guitarra me estais dando miedo.
    Segun mis datos os quedan 180 millas, a las 19 horas. Un poco más y llegais.
    ¡Animo marineros¡
    Un abrazo a los tres.
    Ana

  7. Elena dice:

    Muchísimo Ánimo Chicos.. Por favor dile a J.C que le quiero mucho y que le mando mi energia.. se lo dirás….. pleaseeeeeeeeeeeeee…..Un abrazo muy fuerte a los dos!!!

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