Días 880 y 881 (12 y 13/4/3/2012): ¿Alguien quiere un poco de atún?

De nuevo hemos batido nuestro record en pesca, además en el momento que menos esperábamos.
El cebo que llevamos es un colorido pulpito de plástico, al lanzarlo bromeamos con la posibilidad de entrenar al pulpo para capturar lo que deseamos, así que le hablamos y explicamos cual iba a ser su objetivo.

Aprendió bien la lección, por la mañana picó un atún de unos 4 Kg, un tamaño ideal para nosotros, suficiente para un par de comidas como más nos apetezca prepararlo. Desde que zarpamos de Chile no habíamos tenido mucho éxito con esta especie, que para nosotros es uno de los manjares más exquisitos que se pueden obtener del mar.
Como muchas veces los atunes van en bancos, y a pesar de que es algo que normalmente no hacemos (una vez pescamos no volvemos a lanzar la caña hasta que no nos lo hemos acabado, hay que gestionar los recursos del mar como si fueran los de tu casa, no hay que abusar ni desperdiciar pensando erróneamente en una infinita abundancia), probamos suerte de nuevo, con otro de similar tamaño podríamos congelar para ir tirando si tardábamos en sacar otro.
A mediodía la carraca de la caña sonó con fuerza, bastante más que en la picada anterior. Navegábamos a vela a 9 nudos (a un largo), tuvimos que parar bruscamente aproándonos para que no se soltara o perder el sedal si acababa partiéndolo. Comenzó una dura pelea que se prolongó casi por 40 minutos, soltando y recogiendo hilo.
Por la forma de tirar (hacia abajo) pensábamos que era de nuevo un atún, y desde luego no era pequeño, en cualquier caso es un pez que pelea mucho, hasta un ejemplar mediano da bastante guerra.
Cuando estaba prácticamente bajo el barco, y tirábamos a mano, había algo raro, parecía que ya estaba agotado, sin embargo costaba mucho subirlo a la superficie, como si siguiera haciendo fuerza.
Al situarse entre dos aguas nos dimos cuenta del motivo, era un ejemplar enorme, tendríamos que usar el garfio para poder sacarlo. Entre dos, y con bastante esfuerzo conseguimos subirlo a cubierta y contemplar la hermosa pieza ganada.
Calculamos su peso en 35 Kg. (pesaba más que un bidón de gasoil de 30 litros, pero menos que dos garrafas de agua de 20) y mediría como un metro y medio (sus formas son robustas), ya veréis las fotos.
¡Qué barbaridad! Allí había atún para dar y vender, lástima estar en medio del mar y no tener a quien regalar, cuando sobra hay que compartir, algo habitual entre los transmundistas.
Tal cual buque factoría, nos pusimos manos a la obra para procesar los casi 40 Kg. de atún que teníamos en cubierta, había que aprovecharlo bien y no desperdiciar nada. Del ejemplar grande salieron 4 lomos que parecían solomillos de vaca, nos llamó la atención su voracidad, en su estómago llevaba otro atún de más de 1 Kg. que se había tragado entero, además de glotón, caníbal, parece que es algo habitual en la zona…  (es broma, lo del alemán del año pasado fue una excepción).
Con las cabezas preparamos caldo para guisar un marmitako, congelamos todo lo que cabía, preparamos unos 2 kilos en ceviche y otros tantos en escabeche (conservantes naturales a corto plazo), separamos las cortadas que nos pudiéramos comer en par de días (de forma generosa, más de medio kilo por persona y ración), y el resto lo distribuimos entre salazón (mojama) y conserva en aceite.
Estamos cocinillas ¿eh?, en un lugar normalmente mal aprovisionado, de escasos recursos y con precios elevadísimos en cualquier cosa comprada, como es la Polinesia, hay que agudizar el ingenio, y si algo se nos da bien es adaptarnos a las circunstancias.
Tratamos de que gran parte de nuestra dieta sea lo que podemos obtener gratis de nuestro entorno, como la pesca, el fruto del árbol del pan (similar a la patata), los plátanos, aguacates, mangos, limones, y hasta una cabra, si tenemos la oportunidad. Además de esto hacemos nuestro propio pan, conservas e incluso yogurt, hemos descubierto que dentro de un termo metido al lado del motor apagado (que mantiene la temperatura), se hace del mismo modo que en las yogurteras que usaban nuestras madres cuando éramos pequeños.
Os sorprenderíais de lo poco que gastamos al mes, muchísimo menos de lo que nos costaría vivir en Valencia, cierto es que no hay muchos sitios donde gastar y vivimos sin grandes lujos materiales (si de otro tipo), pero si además de organizarte bien con la comida, produces el agua para beber (con la desalinizadora) y no consumes mucho gasoil (navegando a vela lo máximo posible y economizando energía, casi somos capaces de mantenernos con las placas solares y el hidrogenerador), los números se mantienen muy aquilatados.
En otro orden de cosas, seguimos navegando rumbo a las Tuamotu, en realidad nos dirigimos a Tahití porque tenemos un compromiso allí a finales de mes, pero por el camino iremos parando en atolones del archipiélago de las infinitas islas.
Por primera vez, desde hace mucho tiempo (tanto que ni lo recuerdo), hemos coincidido con otros dos veleros haciendo la misma ruta, los detectamos por primera vez en el radar durante la noche del miércoles, estaban unas 10 millas delante de nosotros. Nuestra velocidad es ligeramente superior a la suya, de modo que por el día nos situamos prácticamente a su altura, aunque mientras pescábamos (estaríamos parados casi una hora) volvieron a distanciarse. Esta noche nos hemos situado de nuevo en su proa, y por la mañana ya ni divisábamos sus velas ni aparecían en el radar, quedaron por nuestra popa.
Es una sensación extraña, porque por un lado te sientes como acompañado, sabes que si a alguno le pasara algo muy pronto tendría a su lado dos barcos apoyándole, por otro implica atención, no vaya a ser que con lo grande que es el océano acabes chocando.
Nuestro ritmo de avance sigue siendo bueno, en torno a 180 millas diarias, hemos recorrido ya 400 y nos quedan menos de 100 para llegar a la que prevemos nuestra próxima parada, el atolón de Ahe, si todo va bien mañana durante el día afrontaremos el paso hacia el lagoon interior del mismo.
A las 10 horas GMT del día 14 (mediodía en España), nuestra posición es 13º 22’ S, 145º 01’ W, navegamos a 8,2 nudos rumbo 227º, viento el Este-sudeste superior a 15 nudos nos impulsa a un largo con mayor y génova izados.
Ya os contaré a ver si se nos pone cara de atún o que.
Sed felices.
Kike

(Este reporte es anterior al último, se traspapeló a la hora de subirlo)

De nuevo hemos batido nuestro record en pesca, además en el momento que menos esperábamos.

El cebo que llevamos es un colorido pulpito de plástico, al lanzarlo bromeamos con la posibilidad de entrenar al pulpo para capturar lo que deseamos, así que le hablamos y explicamos cual iba a ser su objetivo.

Aprendió bien la lección, por la mañana picó un atún de unos 4 Kg, un tamaño ideal para nosotros, suficiente para un par de comidas como más nos apetezca prepararlo. Desde que zarpamos de Chile no habíamos tenido mucho éxito con esta especie, que para nosotros es uno de los manjares más exquisitos que se pueden obtener del mar.

Como muchas veces los atunes van en bancos, y a pesar de que es algo que normalmente no hacemos (una vez pescamos no volvemos a lanzar la caña hasta que no nos lo hemos acabado, hay que gestionar los recursos del mar como si fueran los de tu casa, no hay que abusar ni desperdiciar pensando erróneamente en una infinita abundancia), probamos suerte de nuevo, con otro de similar tamaño podríamos congelar para ir tirando si tardábamos en sacar otro.

A mediodía la carraca de la caña sonó con fuerza, bastante más que en la picada anterior. Navegábamos a vela a 9 nudos (a un largo), tuvimos que parar bruscamente aproándonos para que no se soltara o perder el sedal si acababa partiéndolo. Comenzó una dura pelea que se prolongó casi por 40 minutos, soltando y recogiendo hilo.

Por la forma de tirar (hacia abajo) pensábamos que era de nuevo un atún, y desde luego no era pequeño, en cualquier caso es un pez que pelea mucho, hasta un ejemplar mediano da bastante guerra.

Cuando estaba prácticamente bajo el barco, y tirábamos a mano, había algo raro, parecía que ya estaba agotado, sin embargo costaba mucho subirlo a la superficie, como si siguiera haciendo fuerza.

Al situarse entre dos aguas nos dimos cuenta del motivo, era un ejemplar enorme, tendríamos que usar el garfio para poder sacarlo. Entre dos, y con bastante esfuerzo conseguimos subirlo a cubierta y contemplar la hermosa pieza ganada.

Calculamos su peso en 35 Kg. (pesaba más que un bidón de gasoil de 30 litros, pero menos que dos garrafas de agua de 20) y mediría como un metro y medio (sus formas son robustas), ya veréis las fotos.

¡Qué barbaridad! Allí había atún para dar y vender, lástima estar en medio del mar y no tener a quien regalar, cuando sobra hay que compartir, algo habitual entre los transmundistas.

Tal cual buque factoría, nos pusimos manos a la obra para procesar los casi 40 Kg. de atún que teníamos en cubierta, había que aprovecharlo bien y no desperdiciar nada. Del ejemplar grande salieron 4 lomos que parecían solomillos de vaca, nos llamó la atención su voracidad, en su estómago llevaba otro atún de más de 1 Kg. que se había tragado entero, además de glotón, caníbal, parece que es algo habitual en la zona…  (es broma, lo del alemán del año pasado fue una excepción).

Con las cabezas preparamos caldo para guisar un marmitako, congelamos todo lo que cabía, preparamos unos 2 kilos en ceviche y otros tantos en escabeche (conservantes naturales a corto plazo), separamos las cortadas que nos pudiéramos comer en par de días (de forma generosa, más de medio kilo por persona y ración), y el resto lo distribuimos entre salazón (mojama) y conserva en aceite.

Estamos cocinillas ¿eh?, en un lugar normalmente mal aprovisionado, de escasos recursos y con precios elevadísimos en cualquier cosa comprada, como es la Polinesia, hay que agudizar el ingenio, y si algo se nos da bien es adaptarnos a las circunstancias.

Tratamos de que gran parte de nuestra dieta sea lo que podemos obtener gratis de nuestro entorno, como la pesca, el fruto del árbol del pan (similar a la patata), los plátanos, aguacates, mangos, limones, y hasta una cabra, si tenemos la oportunidad. Además de esto hacemos nuestro propio pan, conservas e incluso yogurt, hemos descubierto que dentro de un termo metido al lado del motor apagado (que mantiene la temperatura), se hace del mismo modo que en las yogurteras que usaban nuestras madres cuando éramos pequeños.

Os sorprenderíais de lo poco que gastamos al mes, muchísimo menos de lo que nos costaría vivir en Valencia, cierto es que no hay muchos sitios donde gastar y vivimos sin grandes lujos materiales (si de otro tipo), pero si además de organizarte bien con la comida, produces el agua para beber (con la desalinizadora) y no consumes mucho gasoil (navegando a vela lo máximo posible y economizando energía, casi somos capaces de mantenernos con las placas solares y el hidrogenerador), los números se mantienen muy aquilatados.

En otro orden de cosas, seguimos navegando rumbo a las Tuamotu, en realidad nos dirigimos a Tahití porque tenemos un compromiso allí a finales de mes, pero por el camino iremos parando en atolones del archipiélago de las infinitas islas.

Por primera vez, desde hace mucho tiempo (tanto que ni lo recuerdo), hemos coincidido con otros dos veleros haciendo la misma ruta, los detectamos por primera vez en el radar durante la noche del miércoles, estaban unas 10 millas delante de nosotros. Nuestra velocidad es ligeramente superior a la suya, de modo que por el día nos situamos prácticamente a su altura, aunque mientras pescábamos (estaríamos parados casi una hora) volvieron a distanciarse. Esta noche nos hemos situado de nuevo en su proa, y por la mañana ya ni divisábamos sus velas ni aparecían en el radar, quedaron por nuestra popa.

Es una sensación extraña, porque por un lado te sientes como acompañado, sabes que si a alguno le pasara algo muy pronto tendría a su lado dos barcos apoyándole, por otro implica atención, no vaya a ser que con lo grande que es el océano acabes chocando.

Nuestro ritmo de avance sigue siendo bueno, en torno a 180 millas diarias, hemos recorrido ya 400 y nos quedan menos de 100 para llegar a la que prevemos nuestra próxima parada, el atolón de Ahe, si todo va bien mañana durante el día afrontaremos el paso hacia el lagoon interior del mismo.

A las 10 horas GMT del día 14 (mediodía en España), nuestra posición es 13º 22’ S, 145º 01’ W, navegamos a 8,2 nudos rumbo 227º, viento el Este-sudeste superior a 15 nudos nos impulsa a un largo con mayor y génova izados.

Ya os contaré a ver si se nos pone cara de atún o que.

Sed felices.

Kike

6 Responses to “Días 880 y 881 (12 y 13/4/3/2012): ¿Alguien quiere un poco de atún?”

  1. Francis dice:

    Que pescadores!!!
    Es magnifico, y tan tan rico… pueden abrir un sushi-bar.
    Aqui en Japon, la ultima moda de los kai-ten-zushi («tapis roulant» cargado de platitos) es
    una linea directa con mini- tren (especie de AVE) para transportar los sushi que pides en una pantalla al lado de tu mesa.. El suyo esta mas «al natural»…… buen provecho.
    Francis

  2. Daniel dice:

    Una pesca magnifica y muy sabrosa, asi que a disfrutar de ese menu. Las fotos son preciosas y las de inmersión fantasticas. Un abrazo

  3. amigo desconocido dice:

    Soñaré… 🙂

  4. Jose y Ana dice:

    Hola tio Jose Carlos soy Rocio y te digo que me gusta donde estas y que ire contigo cuando sepa nadar y que te vengas pronto
    hola aventureros, nos dáis un buen ejemplo con vuestro viaje, hace que naveguemos mejor en esta rutina de tierra que habéis dejado atrás. besos. rosana

  5. julia dice:

    Hola Rocieta La fallereta!
    He visto una foto tuya vestidita de Fallera que te hizo la americana de ca ma mare. Que guapiiiiisima estas!
    Recuerdos a todos.
    Julia

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