Pascal es uno de los pocos blancos que viven perfectamente integrados en una tribu en el Noreste de Nueva Caledonia, según me contaba no le fue fácil, nada fácil al principio. Ex-paracaidista de élite del ejército francés, veterano de conflictos armados en África y Yugoslavia, un buen día decidió cambiar de vida y abandonar el puesto que ocupaba al frente de una empresa del Norte de Francia.
Llegó a Grande Terre con un amigo, con objeto de poner en marcha un proyecto que al final no funcionó; no encontró éxito profesional, pero encontró otra cosa, un pueblo que vive según sus propias leyes, respetando los antiguos valores y muy cerca de la naturaleza, esto le cautivó de tal modo que decidió quedarse a vivir entre ellos.
La desconfianza fue la reacción inicial de las tribus, ¿porque el blanco quiere vivir con nosotros? ¿quién es? ¿a qué se dedica?, llegaron a acusarlo de agente infiltrado del gobierno francés.
Tuvo que trabajar duro y pelear para ganarse su respeto, a veces incluso a puñetazos, los Kanak son violentos, sobre todo cuando beben, para ellos las peleas son algo normal, siguen sintiéndose guerreros, y si alguien rehúye el conflicto físico es porque es débil, y por lo tanto no digno de respeto.
Al final consiguió que lo aceptaran, le cedieron un pequeño terreno en el que asentarse, al borde del mar, en plena tribu, un lugar precioso rodeado de árboles y a escasos metros de una excelente zona de pesca submarina. Allí está acabando de construir una «case» (la cabaña tradicional de troncos y hojas, con techo cónico) usando únicamente sus propias manos y lo que le proporciona el bosque.
Aunque es más lógico, al principio puede chocar el sentido de la propiedad de los Kanak, no tienen problema en ceder gratuitamente tierra a alguien que vaya a «ponerla en valor», esto ya es bastante ingreso; bosques, montañas, playas, ríos, etc. no pueden pertenecer a nadie más que a la comunidad, no tendría sentido según su lógica.
Las tribus se rigen por sus propias leyes, no se aplica la legislación francesa; salvo excepciones por delitos sangrientos flagrantes, incluso los propios gendarmes deben pedir permiso para entrar. No se pagan impuestos, y aunque poco a poco se va extendiendo el uso de la moneda (Franco Polinesio), el trueque y los intercambios con dinero Kanak (una especie de obras de artesanía) siguen estando presentes. Su economía es fundamentalmente de autosubsistencia, todos pescan, cazan y cultivan o recolectan frutas y algunas verduras, los excedentes se venden.
Pero nada es perfecto, no se porque extraña razón aunque el hombre no tenga problemas en su entorno los inventa, y la vida en comunidad, sea esta del tipo que sea, acaba generando conflictos. Envidias, celos, rencillas familiares, problemas étnicos, etc. no son raros, y provocan tensiones entre tribus o dentro de ellas, todo el mundo se conoce, para lo bueno y para lo malo.
Tampoco la historia ha favorecido la armonía entre los distintos pueblos. Un dato curioso es que, a pesar de lo reducido del territorio de Nueva Caledonia, existen 32 distintas lenguas diferentes incomprensibles entre sí, su lengua vehicular es el francés, es evidente el aislamiento histórico entre comunidades, que a buen seguro desembocaba en infinidad de luchas por cualquier motivo. La colonización tampoco favoreció este hecho, numerosas tribus fueron trasladadas de sus hábitats originales, especialmente desde la costa Oeste (más llana y con mejor clima), donde preferían instalarse los colonos, hacia las montañas o la costa Este (más agreste y con lluvias abundantes debido a los vientos Alisios del Pacífico). Para dificultar su organización los miembros de las tribus trasladadas también se repartieron a lo largo de diferentes misiones, el resultado, una compleja mezcla de pobladores originales con desplazados, que a pesar de seguir organizándose entorno a tribus, sigue generando problemas.
Nuestra llegada al Noreste de Grande Terre tuvo lugar el pasado lunes por la mañana, tras el recorrido que realizamos por las islas de la Lealtad, inicialmente pensábamos recalar en Poindimié para organizar la logística de salida del país y la recogida del compresor de buceo, pero la poca protección de la costa nos hizo cambiar de idea y trasladarnos por dentro de la barrera de coral hasta la bahía de Touho, mucho más abrigada y segura.
No hemos podido bucear durante estos días, el agua está demasiado turbia como consecuencia de las permanentes lluvias y la aportación de los ríos, una lástima, no estábamos lejos de un arrecife en el que rodó una parte del conocido film-documental «Océanos», que recomiendo a todo aquel que no haya visto, las imágenes son espectaculares.
Cada mañana llamábamos por teléfono a Noumea para ver si ya estaba disponible el compresor de buceo, cuya llegada estaba prevista para el lunes, así hasta el viernes, cuando por fin, hemos podido ir a recogerlo y hacer todos los trámites de salida del país.
La meteorología y las obligaciones nos dieron un respiro el martes, aceptamos la invitación de Pascal para llevarnos y traernos del río Tiwaka, donde podríamos hacer una excursión remontando su curso, eso nos proporcionaría un cambio de escenario y la posibilidad de adentrarnos un poco en la selva montañosa de Nueva Caledonia.
Pascal conoce bien la zona, periódicamente la recorre durante varios días rio arriba para cazar cerdos salvajes y ciervos, introducidos por el hombre se han convertido en un plaga, no tienen depredadores, de hecho las Autoridades pagan una cierta cantidad por cada ejemplar abatido, además de poderse quedar con la carne.
Salvo los cerdos salvajes, serpientes y un tipo de conchas (todos ellos fáciles de evitar), no existen más animales peligrosos en la selva de Nueva Caledonia. Siguiendo el río tampoco hay pérdida, por lo que no parecía una actividad excesivamente arriesgada.
Parajes incomparables nos acompañaron durante toda la jornada, la densamente verde e impenetrable selva flanqueaba el río, avanzar unos metros por ella puede costar horas, lo más fácil era ascender por las inmensas rocas arrastradas por las crecidas o incluso caminar por dentro del agua en las zonas más tranquilas y menos profundas.
A simple vista, sin más que ver el aspecto y colorido de las rocas, se puede apreciar la riqueza en minerales de Nueva Caledonia, no en vano es la principal reserva de níquel del mundo, cuya exportación es una de las bases de su economía, a la vez que la posiciona como objetivo estratégico deseable.
Pascal nos previno acerca de la posibilidad de toparnos con hombres armados con fusiles o machetes, no teníamos nada que temer, serian cazadores, en cualquier caso, si alguien nos preguntaba que hacíamos allí, no teníamos más que decir que estábamos con el blanco de Cohé, la tribu en que reside.
A última hora de hoy viernes estábamos listos para zarpar, con el nuevo compresor de buceo bien estibado sobre el barco y cubierta e interior bien arranchados para una navegación que se prevé pueda ser movida.
Sobre nuestro destino, Vanuatu, descarga agua a mares en estos momentos una depresión tropical. No lleva mucho viento asociado (25-35 nudos) y se está desplazando hacia el Sudeste, a medio camino con Fiji. Si todo avanza según lo previsto la cola nos proporcionará buen viento del Sudeste que lanzará a navegar al Baharí por el través, rumbo a este nuevo país.
Sed felices
Kike
Que impresionante!!! no puedes imaginar todo lo que descubrimos contigo..me alegro que por fin!!! tengas el compresor..y no te quepa duda que verè el reportaje de “Océanos” De verdad..si no existieras habia que inventarte..eres ùnico.un abrazo.
Primo, afortunadamente ya teneis el compresor. La descripcion que has hecho de las vivencias de Pascal han sido muy interesantes y como persona tambien.
NOTA: tendremos que ver el documental «oceanos»