Llegó el momento, ayer por la tarde zarpamos del Yatch Club Argentino en Buenos Aires hacia Tierra del Fuego, el extremo austral de Argentina, según el cálculo ajustado 1.630 millas, a las que habrá que añadir los desvíos respecto a la ruta teórica como consecuencia de viento, mar o cualquier otro imprevisto.
Después de haber largado amarras tantas veces sigo teniendo intensas emociones en ese momento, y me alegra que sea así, significa que todavía tengo ilusión por navegar, descubrir nuevas cosas, enfrentarme a lo desconocido. En este caso fue una mezcla de sentimientos, por un lado un poco de tristeza, echo de menos a quien quiero. De forma solapada, y aunque pueda resultar contradictorio, alegría y excitación, por afrontar una nueva etapa, por volver al mar tras unos cuantos días en tierra, por continuar avanzando en esta Aventura, por todas esas cosas maravillosas que seguro que nos esperan en el camino. También un profundo respeto por lo que vamos a hacer, es la primera vez que nos enfrentamos a un reto similar, muchas millas por delante, lo que significa estar más expuestos a una violenta meteorología de la zona que nos puede complicar las cosas, vientos fuertes, con frentes periódicos de sur (en contra) que superan los 40-45 nudos, olas enormes, corrientes de hasta 8 nudos y todo ello con un intenso frio que te cala en los huesos y con la humedad no hay forma de quitárselo de encima. Esto no son bromas, navegar por donde lo vamos a hacer es algo muy serio, de esta forma hay que tomárselo, además de asumir el peaje en forma de sufrimiento que se cobrará el desafío. En cualquier caso salimos tranquilos, durante estos días hemos preparado el barco a conciencia, y rebosamos ganas y motivación.
Eduardo nos despidió desde el pantalán, agitar la mano para decirle adiós me recordó el mágico momento de nuestra partida de Valencia, fue un día espectacular. Tomó algunas imágenes que espero que haya subido a la página de de Aventura Oceánica en Facebook, así las podréis ver. En la travesía nos acompañará Sebastián, hermano de nuestro gran seguidor Martin, ambos argentinos grandes amantes del mar y con experiencia en largas singladuras. Sebastián nos ha ayudado un montón a nuestras gestiones en tierra, tenerle con nosotros también facilitará guardias y maniobras complicadas, no os imagináis lo que se agradecen dos brazos más en caso de necesidad.
Nuestros últimos días en Buenos Aires transcurrieron sin muchas novedades destacables, finalizar trabajos y compras, puesta a punto del barco, recorridos por la ciudad y algún que otro asado, como el que comimos en casa de Cristina, amiga de Eduardo, en el que fuimos los españoles los que nos encargamos de encender el fuego, algo diferente a hacer una paella.
Desde que comenzamos a navegar por el Rio de la Plata las cosas no han sido muy tranquilas que digamos. Inicialmente la dificultad estuvo en seguir los canales dragados y el intenso tráfico que hay en ellos. En la noche hay tantas señales luminosas que es complicado hacerte una idea visual de donde estas y el camino a seguir, nuestro problema es que fuera de ellos no tenemos garantías de tener calado. Son muy estrechos, apenas da para que pasen dos mercantes a la vez, cuando lo hacen parece que vayan a chocar, un espectáculo impresiónate. Ahora bien, cuando es uno de ellos el que pasa a toda velocidad a escasos metros tuyos os aseguro que la adrenalina sube a niveles insospechados, una maniobra errónea sería fatal, nos manteníamos justo en el borde, tratando de no empotrarnos contra las boyas, algunas de las cuales no están iluminadas. Controlar el barco cuando te alcanza la ola de un monstruo de centenares de metros de eslora que ha pasado a tu lado tampoco es una cuestión trivial.
Una vez abandonamos la zona de menor calado, cuando ya pudimos empezar a navegar fuera de los canales, el toque de complicación lo puso la meteorología. Como ya es habitual, cuando iniciamos una singladura parece que el mar nos espera con ganas, en este caso el río.
Los 15 nudos de viento de Suroeste que teníamos a la salida se fueron incrementando gradualmente hasta superar los 30 durante la madrugada, desde entonces no baja de ese valor, con rachas que llegan hasta los 40. El efecto casi inmediato ha sido la generación de olas, que si bien inicialmente no tenían mucha altura, si eran duras de lidiar, llegaban sin cesar en trenes consecutivos, de forma puntiaguda y rompiendo, golpeando el barco con dureza, algo delicado, teniendo en cuenta que debajo nuestro había poco más de 5 metros de agua. A primera hora de la mañana el paisaje era peculiar, envueltos en agua marrón sin divisar tierra por ningún lado, el Rio de la Plata parecía hervir, sus olas abruptas y desordenadas, con espuma blanca que era arrancada de sus crestas por el viento, contribuía a esta imagen. El nivel de escora y los bandazos del barco son importantes, a pesar de que solo llevamos izado el génova, por cierto, el nuevo, que ha tenido su bautismo de mar con un esfuerzo considerable, por el momento va genial.
En cualquier caso, a cambio de la dureza de las condiciones, estamos avanzando a buen ritmo, a una media de más de 7,5 nudos, lo cual no nos viene nada mal, dado que para el sábado noche está previsto el inicio de un temporal de sur, quisiéramos poder llegar a Península Valdés antes para guarecernos, vamos muy justos de tiempo.
Ahora mismo el viento acaba de rolar y se nos ha complicado un poco, puesto que ya no nos da para hacer el rumbo directo que teníamos previsto, vamos a tener que empezar a hacer bordos. En fin, habrá que adaptarse, si todo va bien esta noche se nos irá a la popa.
En este momento, a las 19:00 horas GMT, nos encontramos en 36º03’S, 56º27’W, avanzamos a 6 nudos rumbo 228º, nos quedan 1.498 millas hasta Ushuaia, todavía un trecho.
Sed felices.
Kike
Primo, despues de tantos dias sin ver nada en el blog, me ha sorprendido la cantidad de relatos que han llegado, asi que… nada a leer se ha dicho.
NOTA: Comienzo a comentar este primero, por eso , porque es el primero que he leido…