La tónica general de la noche ha sido el poco viento y los continuos chubascos. Con tan poco viento, y la ola de aleta, el barco no para de dar bandazos, lo que provoca golpes secos de la botavara que no nos gustan nada, no es para lo que esta diseñada la maniobra y los arraigos. Como ya he comentado alguna vez, la botavara del Bahari esta sobredimensionada, tanto peso y superficie vélica hacen que coga una inercia enorme aún en pequeñas oscilaciones, los golpes hacen temblar todo el barco. La llevamos retenida, pero es imposible fijarla absolutamente para que no se mueva. Ciertamente sufrimos más con poco viento que con mucho, en el momento tiene presión ya no hay problema, funciona a las mil maravillas. Esta noche no hemos izado el spi, temiamos que alguno de los chubascos llevara aparejado fuertes rachas de viento que nos revolcaran y nos dieran un buen susto en mitad de la noche. No ha sido así, los chubascos han traido fundamentalmente lluvia, cuando nos acercamos a ellos sube el viento y cuando nos alejamos baja, pero todo ello entre valores razonables que no pasan de 18-20 nudos, nada para lo que podriamos resistir con la configuración de velas que llevabamos (mayor con el primer rizo y genova 4), sin problemas hasta los 30-35 nudos.
Asi que las guardias han transcurrido entre continuas entradas y salidas del interior para no mojarnos, monitorización del radar para ver los chubascos y cambios de dirección o ajustes en las velas para no quedarnos parados. Yo he acabado calado hasta los huesos, en varias ocasiones me cogió por sorpresa el chubasco haciendo algo y mientras acababa y entraba ya estaba descargando con intensidad. Hubo un momento que la imagen que presentaba el radar era como la de los juegos de matar marcianitos, estabamos completamente rodeados de manchitas de colores, si al tocarnos nos matara no habríamos escapado vivos, imposible.
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