Las noches son oscuras, no hay luna, las estrellas brillan con toda su intensidad en ausencia de cualquier otra luz que las amortigüe. Aunque prestando atención se puede distinguir algún que otro satélite pasar por las capas altas de la atmósfera, no hay más ingenios artificiales a la vista, hace semanas que no vemos ni un avión en el cielo, estamos fuera de todas las rutas.
Si infinito es lo que tenemos por encima, lo que está por debajo no deja de tener unas dimensiones descomunales, 5.000 metros de agua, y llegaremos a tener 8.000 a medida que nos acerquemos a Yap, cuesta de imaginar las magnitudes que nos envuelven.
Pero lejos de estar perdidos entre tanta inmensidad, dos grupos de estrellas flanquean nuestro camino marcando una clara senda a seguir. Por nuestro costado de estribor se eleva la Polar, mi querida estrella del Norte, la que tanta información proporciona sólo con observarla, ya que su dirección siempre indica exactamente donde se encuentra dicho punto cardinal (con un error de +- 0,5º) y su altura sobre el horizonte equivale aproximadamente a la Latitud, verla me hace sentir más cerca de casa, es como un punto de referencia conocido que sabes que nunca te va a fallar. Localizarla es fácil, no hay más que buscar la característica forma de cazo de la Osa Mayor, prologar cinco veces el extremo opuesto al «mango» del cazo y ahí está, majestuosa y brillante.
Por babor se alza la Cruz del Sur, el sustitutivo de la Polar en el hemisferio austral. Cuatro estrellas de la vía láctea conforman una cruz claramente reconocible, prolongando hacia el horizonte cuatro veces y media la distancia de las dos que están más separadas se llega al Polo Sur (los que vivís en el hemisferio Norte no podréis verla).
Nuestro rumbo es prácticamente Oeste (Oeste-noroeste para ser exactos), hacia el punto medio entre estos dos luceros que jalonan nuestro destino.
Desde que abandonamos Olimarao, el que ha sido un paraíso particular durante más de una semana, hemos visitado el atolón de Ifalik, 90 millas más al Oeste, distancia que con los fuertes vientos que no dejan de solar por aquí recorrimos en una noche.
Ifalik tiene una graciosa forma de «Q» y un diámetro de no más de 1,5 millas, sin embargo sus islas ocupan bastante superficie y están densamente pobladas (para lo que es Micronesia), 600 habitantes en total.
Llegamos al amanecer y fuimos testigos de una preciosa estampa, media docena de sus canoas a vela regresaban de pescar. Estas embarcaciones no tienen proa y popa diferenciada, pueden navegar en ambos sentidos, es la técnica que utilizan para llevar el patín de apoyo siempre a sotavento. Como timón usan un remo que cambian de lugar de apoyo en función de la dirección en que estén avanzando. Con la vela tipo latina que usan y un casco en forma de «V» son capaces de ceñir más que aceptablemente contra el viento, es un espectáculo ver como las gobiernan. Las más pequeñas son individuales de 3-4 metros de eslora, las grandes admiten 5 tripulantes y alcanzan casi 10 metros de eslora.
Se cuentan historias de navegaciones épicas realizadas con ellas, desde luego lo que es un hecho es que han constituido el único medio de transporte para comerciar con Yap (a 400 millas) y con los atolones vecinos, y que los Polinesios (origen étnico de Micronesia) llegaron a colonizar hasta la Isla de Pascua, al otro extremo del Océano Pacífico. Ya fallecido, en Ifalik residía una de las mayores autoridades en navegación astronómica (orientándose por las estrellas) al estilo tradicional, es increíble el dominio que tenían los antiguos navegantes de este arte, llegando a trazar auténticos mapas del firmamento que les permitían desplazarse enormes distancias en cualquier época del año sin perderse. Además de la lectura de los astros, eran capaces de reconocer la presencia de una isla por el rebote de las olas, la forma de las nubes o el vuelo de los pájaros.
Una vez superado el slalom entre cabezas de coral que hay que atravesar para entrar al lagoon, fondeamos frente a la isla principal, no tardó en venir a abordarnos una canoa a remo con Manu, uno de los jefes, y su asistente.
Nos explicó el protocolo del atolón, era necesaria una reunión con los 4 jefes en la que tras presentarles unas ofrendas podríamos pedir permiso para fondear, bucear, pescar o pasear por las islas, teniendo en cuenta que hay lugares que nos estarían vedados según su tradición. Hasta ahí todo razonable y acorde con otras islas tribales visitadas, luego insistió en que debíamos pagarle unas tasas de 20 USD por persona como «landing fee» y 10 más como «anchorage fee», esto ya nos extrañó un poco más, le expresamos que nos parecía un poco caro para un par de días que íbamos a estar, insistió en que era un aporte a la comunidad y que lo único que podía descontarnos era la tasa de fondeo que correspondía al estado. Quiso que le pagáramos en el momento y así lo hicimos para no tener conflictos. Otra de las cosas que nos indicó es que guardáramos todo en el interior del barco y lo cerráramos, los últimos barcos que habían pasado por allí había sufrido robos de material de pesca, luces, cabuyería, etc.
Fijamos la reunión con los jefes a las 3 de la tarde, Manu nos esperó en la playa para acompañarnos hasta la casa de mando, por el camino nos comentó que no dijéramos nada del dinero, que eso era algo que ya se arreglaban entre ellos; bueno -pensé yo-, cada uno sabe como gestiona las cosas en su casa.
La casa de mando es una amplia cabaña sin paredes en la que se reúnen jefes y hombres del poblado para tratar los temas importantes que afectan a la comunidad. Allí nos esperaban, sentados en el suelo sobre ramas de cocotero, 3 hombres de edad avanzada y aspecto afable. Prepararon unas hojas para que nos sentáramos frente a ellos y comenzó la reunión, solo nuestro primer interlocutor hablaba inglés, se encargaba de liderar la conversación y traducir al resto de los jefes.
En un punto de la conversación Manu empezó a hablar acerca de que nos perdonaban todas las tasas a cambio de que les ayudáramos a reparar algunas cosas, pero de una forma muy extraña, de repente lo entendí todo, el dinero se lo iba a quedar para su bolsillo, y los otros 3 inocentes nos sonreían con la satisfacción de habernos concedido un trato especial. Pensé en contradecirle y dejar clara su jugada delante del resto, pero me di cuenta que no serviría de nada, no me iban a entender, y él podía manipular mis palabras en el sentido que quisiera para explicar la situación que le interesara a sus colegas.
Esta es la excepción que confirma la regla, en cualquier parte del mundo puedes encontrar corruptos y listillos. Parece que la aglomeración humana saca lo peor que hay en nosotros, aparecen las envidias y robos, la ética se queda atrás como valor primario. También tengo que decir que esto no es lo habitual que nos hemos encontrado.
Tras la desagradable experiencia nos despedimos amablemente, especialmente de los otros 3 jefes, y dimos un paseo por el poblado. Viviendas y atuendos tradicionales, saludos acompañados de sonrisas, niños jugando y animales domésticos desperdigados nos hicieron olvidar lo negativo y quedarnos con lo positivo.
Ayer a mediodía zarpamos de Ifalik rumbo a Yap, Daniel y Olga tomarán su vuelo desde allí y preferimos llegar con tiempo. Como está siendo habitual desde que llegamos a Micronesia, viento fuerte y mar dura nos acompañan, no ha habido ni un solo día de calma.
El alisio del Noreste rara vez baja hasta los 15 nudos, más bien se mantiene en los 20-25, con rachas ocasionalmente más elevadas, que pueden llegar hasta los 40 cuando acompañan un chubasco. Las olas suelen superar los 2 metros, las más grandes llegan a los 4, pero lo que las hace más incómodas es que su periodo es muy corto y son bastante puntiagudas.
Con este viento que nos viene entre el través y el largo avanzamos bien, prácticamente todo el tiempo por encima de los 8 nudos, con picos de hasta 10. En 24 horas hemos recorrido 200 millas, si todo continua igual en las siguientes 24 recorreremos aproximadamente la misma distancia y llegaremos a Colonia (capital de Yap) durante el día de mañana.
Sed felices
Kike
No corraís mucho y cuidar bien al Bahari , que os tiene que traer a casa.
Besos.
Queridos marinos, he visto en vuestro recorrido una señal con una media de 10 nudos, ello implica que habeis tenido picos muy altos. La visibilidad de los frentes nubosos que atravesais indica grandes alteraciones con enorme energia de oleaje. ¿No sabeis los mareos que paso navegando virtualmente con vosotros¡¡¡.
Sin embargo, he oido los conciertos musucales de Jose Carlos y Daniel en las noches calmadas de vuestros paradisiacos atolones.
La inmensidad del firmamento y la masa de agua que teneis bajo la orza estan directamente correlacionadas con nuestra pequeña singularidad. Solo nos hace grandes la capacidad de valorar la naturaleza, tal como haceis vosotros.
¡Qué experiencias tan bonitas estais disfrutando¡¡¡¡.
Un fuerte abrazo a los cuatro y mucha suerte.
Ana
PD. ¿El jefe corrupto ha venido a España? aquí tenemos la mejor escuela del mundo.
Han tenido suerte, a ellos que no pagan, suelen comerles!
Abrazo,
Francis
Os acabo de ver fondeados en Colonia. Habeis ido a toda vela. ¡vaya navegada¡¡
Esperamos vuestras noticias. Un abrazo
Ana
La corruptela parece que existe en todas partes, o como dice Ana a lo mejor han seguido algun curso español por correspondencia sobre la materia. Un fuerte abrazo
veo que el tsunami no h apocico con vosotros.
no te han ofrecido a sus hijas todavia? que poco hospitalarios me parecen.
saludos
fer
Primo, me he puesto al dia leyendo tus narraciones de las ultimas semanas, y siguen siendo tan fantasticas como siempre en lo extenso y detalladas de las mismas .
NOTA: sobre lo del «Manu» y teniendo en cuenta como estamos aqui … no comment…
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