(Continuación de la anterior entrada del blog)
Bali no es una isla muy grande (apenas 140 Km de Este a Oeste y 90 de Norte a Sur), pero uno se da cuenta rápido que para poder visitar los lugares más interesantes necesita medio de transporte propio (con transporte público complicadísimo) y tiempo para lidiar con el caótico tráfico y las precarias carreteras. Lo primero se resuelve alquilando un coche/moto a precios muy baratos, lo segundo con una buena dosis de paciencia y planificación para evitar las horas punta.
Mi primera toma de contacto con el interior de la isla fue Ubud, una aglomeración urbana que se ha convertido en el centro artístico y cultural de Bali. En el camino se aprecia ya la densidad creciente de talleres y tiendas de artesanía. Las estrechas calles de su centro son prácticamente todas comercios, en los que se puede encontrar desde el más clásico arte balinés hasta los más modernos diseños de moda. Hay edificios antiguos que visitar, como el palacio de la familia real, pero lo que más me llamó la atención fue su mercado, con un colorido sin límites, las especias a precios irrisorios se mezclan con curiosas cometas en forma de barcos y mil cosas más, es una primera inmersión en el Bali tradicional.
Desde que llegué había visto bandejitas de hoja verde con pequeñas cosas dentro esparcidas por el suelo, suponía que derivadas de algún acto o festividad, en Ubud entendí su significado y la importancia para los nativos. En cada casa, lugar de trabajo, restaurante, tienda, etc. se realizan como mínimo 3 ofrendas por día, que consisten en la mencionada bandejita de hoja (canang sari) con flores dentro y un poco de arroz, o una galletita, un dulce, etc. Se salpican con agua bendita y se prende una barra de incienso, a la vez que se realizan las plegarias. Las que se colocan en el suelo (normalmente frente a la puerta de entrada) son para ahuyentar malos espíritus o demonios, las dirigidas a los dioses o su deidad principal (Sanghyang Widi Wasa) se ofrecen en un lugar elevado, no se muestra directamente a Dios, se le representa con la escultura de un trono vacio, cuya base está envuelta en tela a cuadros blancos y negros y protegido por arriba con un pequeño paraguas ceremonial, una imagen que se repite en cualquier rincón de Bali. Además de las pequeñas ofrendas diarias suele haber una semanal de mayor importancia, cada gremio tiene sus días especiales, más ciertos días al año, más bajo determinadas circunstancias personales, etc. etc. Las ceremonias son algo tan cotidiano en Bali, que para un profano resulta difícil llegar a entender todas sus distintas causas y opciones.
No muy lejos de Ubud se puede contemplar uno de los paisajes más pintorescos de Bali, las terrazas de arroz. Un intenso verde esmeralda cubre las laderas de las montañas, con técnica y laborioso trabajo los campesinos han sido capaces de cultivar arroz entre la frondosa vegetación mediante un intrincado sistema de canales y pequeñas terrazas que aprovechan milimétricamente espacio y agua. Hace 2.000 años que se construyeron con las herramientas más rudimentarias, generación tras generación se han mantenido y mejorado para producir el alimento básico en su dieta. Me puse de barro hasta las orejas porque me adentré colina abajo sobre los ribazos de tierra, a cambio conseguí unas buenas instantáneas de una escena tan fotogénica.
Nada mejor después de rebozarse en el barro que visitar un templo de aguas termales: pura (templo) Tirta Empul. Desde hace más de un milenio los balineses acuden a sus aguas sagradas para curarse y purificarse. La leyenda dice que manantial fue creado por la diosa Indra, tras el envenenamiento de sus tropas perforó el suelo con el fin de crear una fuente de inmortalidad para revivirlos. El ritual, que se puede contemplar en la piscina principal, consiste en realizar una ofrenda para luego situarse bajo uno de los 12 chorros, sumergirse en el agua sagrada y orar. Para entrar al templo hombres y mujeres tienen que cubrirse piernas y hombros, como casi todos vestimos pantalones cortos por el calor tienen preparados una serie de pareos que te entregan junto con la entrada, lo gracioso es que dentro la gente se desnuda (no integralmente) para meterse en el agua, en cualquier caso hay que respetar las costumbres sin plantearse mucho la lógica.
Imposible describir todos los templos que se ven en Bali, yo creo que lo de la isla de los 1.000 templos se queda corto, según las leyes de la costumbre cada localidad debe construir y mantener al menos 3 templos, las ciudades ricas además de los obligatorios deben tener adicionales y cada familia suele poseer alguna clase de ellos. Hay 9 que se consideran los principales, situados en lugares estratégicos de la isla (costa y montañas), se diseñaron para proteger a sus habitantes de las fuerzas oscuras.
El océano es fuente de espíritus malignos para los balineses, motivo por el que se creó la red de mágicos guardianes costeros, en forma de templos, desde uno se ve el siguiente, varios de ellos están entre los principales, como Ulu Watu y Tanah Lot.
Pura Ulu Watu se ubica en la península Sur de la isla (Bukit), en concreto en su extremo Sudoeste, desde su privilegiada posición, al borde de un acantilado de más de 70 metros sobre las embravecidas olas del océano Indico, ejerce su labor de primera línea de defensa frente al mal. La vista de los cortados que lo rodean es realmente espectacular, y el principal peligro no es caer al vacío, son los monos que abundan en la zona, se han aficionado a robar gafas de sol, cámaras, gorras y hasta chanclas, de lo cual fuimos testigos durante nuestra visita.
Una de las escenas más bonitas que he podido contemplar en Bali es la puesta de sol sobre Pura Tanah Lot. Construido en el siglo XV sobre una roca que queda aislada de tierra cuando la marea es alta, cuenta la leyenda que miles de serpientes marinas venenosas se esconden en su base para proteger este lugar sagrado de espíritus del mal e intrusos. Es uno de los lugares más visitados de la isla, el atasco es tal que para conseguir llegar con garantías a la puesta de sol hay que estar allí a la hora de comer, aunque nos costó 2 intentos, para mi valió la pena, a cambio vimos su belleza a plena luz del sol y como éste se esconde en el mar tras los exóticos tejados del templo.
Aunque parezca un mundo diferente, la montaña y los lagos de altura también son paisajes de Bali. El verde se intensifica y la vegetación se cierra a medida que se asciende por estrechas y tortuosas carreteras hacia las cumbres. Atrás quedan las terrazas de arroz y aparece un escenario que podría recordar Suiza, de no estar jalonado por muestras arquitectónicas claramente balinesas.
En lo alto del puerto de montaña que lleva al lago Bratan se cultivan fresas, desde allí se puede combinar la escena de los valles hasta donde alcanza la vista con un excelente batido, refrescado por un fuerte descenso de la temperatura que sorprende al poco previsor. El lago tiene un tamaño considerable y está rodeado por bosques y praderas, además de algunas atracciones acuáticas para turistas alberga un tesoro: Pura Ulun Danu Bratan, un precioso complejo de jardines y templos dedicados al Dios de las aguas, para que garantice que no faltará a los campesinos. Varios de los santuarios con múltiples techos de paja en escalera se ubican en pequeñas islas completamente rodeadas de agua, los floridos bordes en combinación con esculturas, reflejo en el lago y verde de las montañas alrededor crea un conjunto realmente bonito.
Completamente diferente es el paisaje del lago Batur, allí la atracción es la subida a la caldera del volcán todavía activo Gunung Batur, a 1.717 metros de altitud. No es un ascenso complicado, unas 2,5 horas por una senda escarpada pero segura, sin embargo una autoerigida asociación de guías pretende imponer un monopolio y un impuesto revolucionario obligando a contratarles (según supimos a veces de forma violenta). Por supuesto nos negamos a seguirles el juego, aparcamos el coche en lugar seguro (en previsión de posibles represalias) y tomamos el camino hacia arriba con total decisión, nos cruzamos con alguna mala cara, pero ningún problema. Durante el trayecto se pasa por dos templos, uno de ellos situado en medio del bosque, casi oculto entre la vegetación, una visión que junto a las primeras luces del día, y sin más presencia que la nuestra, lo revistió de una atmósfera enigmática y exótica. Una vez en la cumbre la vista es espectacular, caminando por el borde del cráter, de cuyo interior brota humo e intenso calor en algunas zonas, se observan varias calderas menores en la cara interna y las marcas evidentes de sucesivas erupciones volcánicas en la externa, además del paisaje del lago, bosques y otros volcanes en la lejanía.
(Continuará en el siguiente reporte del blog…)
Este relato, tiene suspense, pero es muy bonito y espero su continuidad con impaciencia. Un abrazo muy fuerte y que los Dioses os protejan…..
Kike se acerca tu cumpleaños, desde aquí te deseamos LOS ENFERMOS que tengas un Feliz día, aunque sinceramente, llevas muchos días que son felices para ti y nosotros los disfrutamos contigo.
Este próximo jueves como siempre estarás en nuestra cena.
Un abrazo
Les diré que todo lo leído en la narración diaria del libro de bitácora es genial ya que te hace sentir como parte de la tripulación. Las fotos son de una claridad y calidad extraordinarias no solamente las terrestres sino así mismo las acuáticas que muestran lugares inimaginables que pena y si bien hace muchísimos anos solía tener un vele rito de siete metros nunca llegue mas lejos del Rió de la Plata. Mucho me gustaría poder parte de una expedición como esta pero teniendo 73 anos de edad me tengo que conformar leyendo lo que ustedes han logrado hacer hasta el momento. Les deseo en sus próximos días de navegación los mejores vientos y la mejor suerte. Hasta siempre amigos.