Ya desde antes de que entrara el nordeste nos estabamos moviendo bastante, la doble ola cruzada que tenemos hace que el barco no pare de dar bandazos, además de los normales por el hecho de ir casi de popa. Cuando te habitúas no es tan incómodo, pero vamos llenos de moratones de los continuos golpes que nos damos, y a la vez genera situaciones como las de anoche, que ahora os cuento.
Nos estamos cuidando bastante con la comida, de hecho creo que estoy comiendo más que durante la etapa de preparativos previos a la salida, todas las noches preparamos algo al fuego y cenamos dentro, incluso hemos abierto alguna que otra botellita de vino, pues bien, a pesar de que el interior parecía una mezcla de un tiovivo con la película terremoto, nos atrevimos a hacer una tortilla de jamón. Ni corto ni me perezoso me puse y batí 6 huevos en un bol, en el momento estaba cortando el jamón a tiras el barco escoró de tal forma que salí volando hacia la otra banda, por el aire intentaba mantener el recipiente en posición vertical, y así fué, aunque cuando ya no lo conseguí fue al aterrizar sobre la mesa y el sofá. Imaginaos, huevo por todas partes, mesa, cojines, estantería, etc. ¡Que desastre! Pero como la cosa no podía ir a peor, y soy bastante persistente en lo que me propongo (por no decir cabezota), me dispuse a realizar un segundo intento, recuperé lo que había quedado en el bol, le puse 3 huevos más, y a por ella. Ciertamente parecía más un equilibrista que un cocinero, pero a los resultados me remito, esta vez si tuve éxito y nos la comimos gustosamente.
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